La historia de Marcia Scacchi es de una singularidad notable, digna de ser conocida y reproducida por quien la conozca. En primer lugar porque alimenta las utopías de las personas, y como decía el ahora eterno Eduardo Galeano las utopías están en nuestro horizonte y sirven para hacernos caminar. En segundo lugar porque expone el marco de "las segundas oportunidades", muy importante para un deportista que en definitiva vive de momentos, hoy son todo, mañana poco o al revés de acuerdo a los resultados que logren o sus decisiones personales. La gloria y el anonimato son dos puntos de una recta llamada vida, entre esas distancias transita Marcia Scacchi, hoy más cerca de la gloria.
Diseño de foto: Javier Riarte |
Antes de hacer una mirada retroespectiva sobre ella vale ponderar el presente de esta atleta rosarina nacida hace 34 años. Recientemente campeona de La Liga Nacional de Voley con el club santafesino Villa Dora ganándole en una final épica al poderoso equipo de Boca Juniors, "Todavia no caí de todo lo que pasó, de todo lo que logramos . No solo se hizo historia con la liga sino que también hicimos historia en el sudamericano y poner a un club de barrio en lo más alto a nivel nacional y a nivel sudamericano realmente es un sueño", sentenció Marcia. Si bien llegó a Villa Dora con esos objetivos que al final hayan sucedido la dejó dentro de un sueño del cual no quisiera despertar. Estandarte de un equipo extremadamente joven, Scacchi hace hincapié en todos los esfuerzos que hizo el grupo de jugadoras. Ellas mismas se encargaron de conseguir sponsors yendo a los medios de comunicación y hacer publicidad para poder participar del sudamericano (fueron terceras), además de los entrenamientos en triple turno. El título logrado tiene una connotación especial porque hay diferencias sustanciales con los clubes de Buenos Aires, la principal entrada de Villa Dora son los bailes que se hacen los domingos, con ese dinero traen jugadoras competitivas y costean sus viajes.
Marcia, la asadora designada de Villa Dora |
Arrancó a jugar a los 6 años, queriendo emular las actividades de su hermana. A los 14 años ya había ganado su primer sudamericano, y a los 17 jugó su último torneo con el seleccionado, la Copa Mundial de Japón.
Terminado el secundario decidió dejar el vóley (incluso con posibilidades de hacerlo en el exterior) y se dedicó al estudio. En seis años se graduó de abogada, en un primer momento su idea era recibirse y volver al vóley profesional (en esos años jugaba en el torneo local) pero una vez conseguido el titulo, se enganchó con el trabajo, hizo una especialización en familia y sucesiones. Luego dejó de jugar durante tres años para poder ver con más asiduidad a su esposo, Sebastián Brajkovic, jugador top de la Liga Nacional que viste la camiseta de UPCN. Primero fue el estudio, luego el trabajo y por último el amor lo que postergaba la vuelta a un vóley competitivo.
Scacchi y Brajkovic |
Jugando la liga con Club Rosario es cuando Guillermo Orduna posó sus ojos nuevamente en Marcia debido a su excelente nivel, él ya la conocía de su etapa anterior en el seleccionado. Luego de 16 años, la rosarina volvía a Las Panteras para jugar la Copa Mundial de Japón. Sin dudas ella tiene una magia, un encanto especial. No son muchos los deportistas que pasan de estar en el retiro a ser parte de una selección, cualquiera sea el deporte. Tiene que haber algo distintivo en ese ser.
En estos momentos Marcia disfruta a pleno de cada momento de concentración en el CENARD, si bien no conocía a ninguna de sus compañeras se pudo insertar en el grupo como si hubiese estado siempre. Lógicamente con algunas por cuestiones de edad tiene una mayor cercanía pero con las más chicas también se lleva bárbaro, a ojos de quien escribe, hacer sociales no es algo dificultoso para ella.
Marcia por comer junto a su compañera de cuarto en el CENARD, Clarisa Sagardia |
Es la misma Marcia que en el 99 le decía adiós al vóley de alta competencia, el mismo temple, la misma personalidad, pero con más experiencia deportiva y de vida. Luego de agosto no piensa en el retiro tiene pensado jugar otra liga, aunque todavía no tiene definido en donde lo hará.
Esta mujer de 1,85 metros sin dudas es más grande que sus centimetros, por humilde, por consiente, por sensible. Disfruta de la tranquilidad y de su perra llamada Brahma (seguramente por el Dios creador del Universo que pregona el hinduismo y no por la cerveza carioca, ya que ella en momentos de brindis prefiere un buen vino). Dicen que las segundas partes no son mejores, este no es el caso. Su regreso ya pagó con creces y aún queda la frutilla del postre. Ojala los planetas se alineen en favor de ella. Realmente lo merece.